domingo, mayo 23, 2004

El mundo de las gordas

Por: Alejandro Guajardo Barrera

Como todos los días por la mañana ella caminaba lento y con una respiración forzada aumentaba de velocidad hasta recorrer las diez vueltas a la manzana. Desde hace dos semanas Deborah había decidido hacer algo de deporte para tratar de bajar el peso que cargaba de más; los productos dietéticos que anunciaban en la televisión habían fracasado y al contrario de crear un beneficio le habían bajado el autoestima.
Cuando realizaba su recorrido sentía que la gente la miraba ufanamente, sentía como los niños se reían de ella, imaginaba todos los apodos que le habrían puesto, la gorda, la bola, la redonda, así que Deborah no miraba mas que el camino por donde sus pasos aplastaban el mundo de las hormigas. Al llegar a casa totalmente empapada de sudor se metía a bañar con agua fría para que la circulación sanguínea estuviera en mejor estado. Al salir hacía una de las pruebas más duras: verse al espejo totalmente desnuda. Se observaba, su mirada se fijaba un tiempo en sus pechos grandes, caídos por acto de la gravedad; luego contemplaba su gran panza, su piel de elefante rompiéndose en cada estiramiento. Su cuerpo de pera se desequilibraba en la cadera desaparecida, las piernas sostenían toda la titánica estructura, las rodillas le rechinaban sin descanso alguno, en un instante las lágrimas aparecían y recorrían los exagerados pómulos acumulados hasta llegar a la boca donde la digestión comenzaba presa del hambre infinito.
Lo que más le pesaba a Deborah era el amor, veneno que mata lentamente sin descanso alguno, ella buscaba alguien a quien amar, un ser que la comprendiera, pero este nunca aparecía. Todos los días se dirige a su preparatoria a estudiar, se iba caminando para perder calorías, en ese trayecto siempre había tiempo para soñar en ese paraíso del amor, donde todo es perfecto, el sexo es hermoso y los besos saben a chocolate. En un desavisado martes ella caminaba hacía su escuela, vestía su uniforme color azul intenso con líneas blancas a los costados, sus tenis blancos, su mochila color negro completamente cargada de libros y de su agenda, lugar donde registraba todo lo que iba a hacer y también todo lo que hacía a través del tiempo. En un instante observaba que había un auto color blanco estacionado en la calle, dentro del móvil se encontraba un extraño hombre, moreno, gordo, feo y maloliente, ella caminaba por la acera y de reojo observó lo que el individuo hacía con gran trabajo, Deborah se arrepiente de voltear, el tipo tenía en su mano izquierda una revista de mujeres desnudas y en la otra mano practica una artística masturbación.
Al llegar a la preparatoria saludaba a todos a sus amigos y a las pocas amigas que tenía, así comenzaba su día, se sentaba en su mesabanco y dormía sin cesar hasta que llegaba el recreo, sonaba ese timbre quejumbroso y a ella le comenzaba el hambre, así que sin ningún tipo de preludio se dirigía a la cafetería del lugar y compraba sin que nadie la viera dos tortas de chicharrón con aguacate y crema, una la escondía en su gran sudadera y la otra se la devoraba junto con un refresco de dieta de medio litro. Todos la conocían bien, ella comía una torta, era su dosis normal, antes de entrar de nuevo visitaba el baño, se sentaba en un escusado, cerraba la puerta con seguro y sacaba su segunda torta, la cual comía sin pasión, en un par de segundos se encontraba llena y lista para seguir con las clases con la cara manchada de crema.
La materia de inglés era impartida por un maestro que consumía marihuana sin parar, así que alentaba a sus alumnos a hacer lo mismo, a sus alumnas bonitas las obligaba a ser de forma persuasiva con él para que pudieran sacar una buena nota. Así que no faltaba quien al termino de las clases se fuera con el maestro a su automóvil a realizar actos bestiales. Por supuesto que Deborah comenzó a reprobar a propósito para poder tener algo interesante con dicho maestro, así que después del examen se iban al automóvil y ella simplemente lo violaba, el movimiento era tremendo.
A Deborah, la gorda, le gustaba que la miraran, le encantaba mostrarse. Cuando algunos aprovechados querían divertirse le pagaban cien pesos entre cinco estudiantes del ultimo grado y la llevaban a un motel barato, allí ella se desnudaba y se metía a bañar frente a todos, se enjabonaba todo el cuerpo, todo el pequeño jabón se acababa con un recorrido por la piel de elefante. Así que algunos se reían de su gordura, otros se masturbaban y uno que otro la contemplaba detalladamente: sus pechos caídos, sus lonjas apilándose una tras otra, su cintura perdida en algún lugar, sus muslos gordos y carnosos, sus piernas peludas le daban un toque especial a la ocasión, sus nalgas planas y desaparecidas la hacían poco apetecible.
En la escuela había quien le pagaba diez pesos por tocar sus pechos gigantes, así que toda esa carne voluminosa, moviéndose como gelatina de naranja en las manos de un púber simulaban una onda circular en el agua producida por una piedra.
Para añadir un ingrediente extra a la vida de Deborah, su madre la atosigaba constantemente para que bajara de peso, así que le hacía de comer comida muy ligera, pollo a la plancha, con lechuga fresca y la invitaba a realizar algún deporte, pero ella se rehusaba.
Un sábado de fiesta, en alguna discoteca de moda ella conoció a un hombre hermoso que la invitó a su departamento. Así que ella aceptó sin preámbulos y comenzó a desnudarse. Frente a un espejo y con lagrimas veía la realidad, una mujer delgada como esqueleto que se sentía gorda por dentro, una mujer hermosa, en el mundo de las gordas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm lamentablemente yo si vivo en el mundo de las gordas pero al llegar a la realidad todo sigue exactamente igual.....al leer esto yo crei que entendias la manera en que la obesidad afecta a un ser humano...al conocerte me di cuenta de que no eres asi.... eres muy superficial alejandro.... que lastima.... queria conocerte mejor.... pense que podia haber algo entre nosotros.....pero tu no quisiste.....

WIFI EN LA LUNA dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
WIFI EN LA LUNA dijo...
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WIFI EN LA LUNA dijo...

En realidad "El mundo de las gordas" aborda el tema de la anorexia y la bulimia, no trata de comprender a las personas obesas, no intenta ser un motivante para comenzar una dieta alimenticia, ni quiere llegar a menospreciar a las personas "gorditas", lo que en verdad acontece es que las mujeres son hermosas, de todas las formas, la sociedad las limita diciendoles como deben de ser (fisicamente), pero en uno esta las ganas de cambiar, la fuerza de tomar las cosas que nos dicta la sociedad como estandar, y lo más importante: el amor que habita en cada uno de nosotros debe ser el verdadero motivante para vivir feliz, lo demás son meras sutilesas.